“Necesitamos una ciudadanía permanentemente activa, no solo en segunda vuelta”

30 de Mayo de 2021

Iván Lanegra / Foto: La República.

El pasado 11 de abril, dos candidatos ganaron la primera vuelta de las elecciones presidenciales tan solo con el 32% de los votos. Conversamos con Iván Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia, sobre el papel de la ciudadanía en los próximos cinco años y los desafíos que hay para que sus demandas sean incluidas en la agenda de quien gane la segunda vuelta.

 

¿Cómo garantizar que la ciudadanía se sienta representada?

Las elecciones peruanas tienen el sistema de segunda vuelta y siempre ha habido el riesgo de que un sector importante de la ciudadanía no esté representado directamente por las dos opciones en juego. Esta situación debe atenderse bajo determinadas condiciones. La primera es que en la segunda vuelta esté la oportunidad para precisar, abandonar o incluir nuevas propuestas que tomen en cuenta a este sector que no votó por una de estas opciones. La segunda condición es que quien llegue al gobierno tendrá que considerar que sus propuestas iniciales deben incluir ahora las demandas y preocupaciones de los electores de segunda vuelta, no pensar solo en aquellos que votaron por ellos en primera vuelta. Y, acá viene la tercera cuestión, el Presidente lo es de todos los peruanos. Por tanto, su compromiso y la rendición de cuentas incluye todas las demandas del conjunto de la ciudadanía.

Diversas organizaciones sumaron esfuerzos para recoger las demandas ciudadanas, sobre todo de los pueblos indígenas, en las Agendas por la igualdad. ¿Cómo establecer una ruta de trabajo enfocada en esta población?

En alianza con el Jurado Nacional de Elecciones, el Ministerio de Cultura, el PNUD y Transparencia, se logró unir a representantes de las poblaciones indígenas más importantes del país y a otros actores para construir una agenda de puntos básicos, que no son todos los temas de la agenda indígena, pero sí son cuestiones que deberían estar incorporadas por su importancia y urgencia. Esto nunca ha sido sencillo para el país. Aunque al menos un 25% de la ciudadanía se considera indígena, las organizaciones amazónicas representan un grupo pequeño que limitando su capacidad de impulsar temas en agenda. Salvo, lamentablemente, cuando hay conflictos sociales muy serios, donde la atención pública toma más en cuenta esas demandas.

(En este proceso) el PNUD ofreció insumos claves. De un lado, desde su trabajo este organismo ha recogido varias cuestiones claves de la agenda indígena, con información y sustento técnico, que nos da la seguridad de que son cuestiones que deben atenderse de manera urgente. De otro lado, está su legitimidad y capacidad de convocatoria, ya que el PNUD tiene un prestigio que le permite opinar a actores de múltiples tendencias y posiciones, algo crucial al momento de construir consensos.

Impulsar esta agenda será un desafío. Quien sea que llegue al gobierno tiene que tomar en cuenta que este es un asunto crucial, y no será posible sin el apoyo de otros actores no indígenas que deben estar atentos a que estos temas sean incorporados en la agenda de gobierno.

Otro de los temas de las agendas es la juventud, que representa a la cuarta parte del país, pero solo contará con 5 congresistas electos. ¿Cómo mejorar su representación política? ¿Y cómo fomentar el voto de la ciudadanía para elegir a más jóvenes?

El principal problema es la ausencia de partidos sólidos. En otros países, los jóvenes encuentran en dichos partidos una forma de aprender a hacer política, empezar a postular a puestos públicos de manera ordenada, y los partidos les permiten tener una perspectiva de carrera política.

Como no existen partidos sólidos, los jóvenes no tienen esos recursos a su disposición, tienen que movilizar sus propios recursos: económicos, experiencia profesional, prestigio individual, acceso a los medios de comunicación. Entonces no es casual que tengan más dificultad en lograr una posición de representación.

Si queremos que haya más gente joven en la política, necesitamos partidos sólidos y también apoyar a la gente joven creando organizaciones que cumplan aquellas funciones que los partidos no están cumpliendo. Es decir, formación política, conocimientos sobre el manejo del Estado, pero también recursos como comunicación y relación con otros actores políticos, que solo se obtienen en el ejercicio de la política. Hay que crear estos reemplazos hasta que tengamos partidos que cumplan esa misma función.

Más allá del resultado de la segunda vuelta, la sociedad ya está polarizada. ¿Cuál es el riesgo de que esta polarización se siga acentuando? ¿Cómo mitigarla?

Es un riesgo. La democracia siempre implica acuerdos. Tiene un lado de competencia y pluralismo de ciertas posiciones ideológicas, pero un lado en el que no colocas al rival como enemigo, sino como adversario político. Tu objetivo no es sacarlo de la política, es vencerlo en la arena política, pero entendiendo que comparten el mismo espacio y colaborando para lograr algunos objetivos compartidos. Eso genera la posibilidad de una lealtad con la democracia, es decir, que los actores entiendan que la democracia es el mejor régimen porque les brinda a todos siempre oportunidades, nadie es excluido ni sacado del juego en tanto todos respetan estas reglas. Eso es lo que tenemos que cuidar.

¿Cómo evitamos que la situación que estamos viviendo nos lleve a una situación que ponga en riesgo estas condiciones? Necesitamos reducir el uso de un leguaje violento en campaña, promover que los líderes de los partidos tengan discursos que eviten el agravamiento de la violencia en cualquiera de sus formas y que siempre busquen, más allá de la competencia, la posibilidad de llegar a acuerdos para conseguir, por ejemplo, reformas que son urgentes y necesitan de acuerdos amplios para tener viabilidad.

Se habla mucho de mantener una ciudadanía fiscalizadora y vigilante, independientemente de los resultados de la segunda vuelta. En ese sentido, ¿qué es la Proclama Ciudadana? ¿Qué se espera de este acuerdo?

La Proclama Ciudadana es un conjunto de estándares promovidos por organizaciones de la sociedad civil para atender las urgencias inmediatas de la ciudadanía. Me refiero a atender la lucha contra la pandemia y a la necesidad de garantizar derechos fundamentales, instituciones autónomas, y de hacer reformas para lograr que la democracia realmente satisfaga las preocupaciones ciudadanas. Estos estándares mínimos requieren de un esfuerzo tanto de las instituciones como de la ciudadanía. En el caso ciudadano, la vigilancia es muy importante. Transparencia está trabajando en un proceso de seguimiento para garantizar cada uno de los acuerdos y para eso la convocatoria ciudadana será una pieza clave.

La ciudadanía no puede movilizarse solo en condiciones de riesgo. Si una lección nos está dando este proceso electoral es que necesitamos una ciudadanía permanentemente activa, no podemos tener demócratas solo de segunda vuelta. Necesitamos que el compromiso con la democracia sea permanente. No quiere decir que todos tengamos que dedicarnos a la política a tiempo completo, pero sí necesitamos a más personas involucradas permanentemente.

El panorama en Latinoamérica está convulsionado por la pandemia, a la que se han sumado crisis sociales y de gobernanza. ¿Qué podríamos esperar de cara a los próximos cinco años?

Es un periodo difícil para la democracia a nivel global. Tanto en los países donde las democracias están consolidadas, como en los cuales estas presentan debilidades históricas. El Perú en casi todos los índices de calidad democrática aparece muy mal: con niveles muy altos de insatisfacción y desconfianza en los políticos y las instituciones democráticas. La pandemia ha venido a agravar estas situaciones, más en un país que tiene una de las peores cifras tanto en las muertes tan trágicas como en las consecuencias socioeconómicas.

Se va a poner a prueba la capacidad de la democracia de sostenerse pese a los vientos contrarios. Para eso será crucial el papel de los actores políticos. Si sus decisiones buscan salvaguardar lo básico de la democracia, esta puede sostenerse, incluso en una condición de debilidad. Pero si empiezan a promover abiertamente discursos autoritarios y el uso de formas de gobierno dictatorial, entonces la democracia está en riesgo.

Tenemos que enfatizar en los próximos años la defensa de la democracia como valor. También será crucial para el próximo gobierno atender las debilidades del Estado. Porque democracia y Estado tienen una relación de mutuo refuerzo. Si la democracia funciona, el Estado se legitima. Pero si el Estado es débil y no funciona genera un problema de legitimidad porque la gente siente que sus problemas no son atendidos.

La democracia es una travesía. No tiene ni punto de partida ni punto de llegada predefinido, siempre hay idas y vueltas, e incluso si llegas a buen puerto, es solamente para volver a empezar. No es la primera vez en la historia que hemos tenido dificultades. Seguramente las volveremos a superar.

Entrevista por Sally Jabiel y Daniella Toce