Catalina Viza

2 de Marzo de 2020

En un mar donde persisten las desigualdades, Catalina Viza es una lideresa para 30 asociaciones pesqueras de la Bahía de Sechura, al norte de Perú. Esta bahía en Piura alberga una gran biodiversidad que ofrece el océano Pacífico cerca a Ecuador. Basta sumergirse unos metros en el agua para extraer las conchas de abanico que dan trabajo a miles de familias pescadoras.

A sus 48 años, Catalina representa a la zona de Parachique en el Consejo de Maricultores de la Bahía de Sechura. Sin embargo, en estos espacios aún prevalece el estereotipo de que la pesca es una actividad meramente de hombres. “La mujer tiene poca participación y es necesario que eso cambie, es necesario ayudarlas para que incursionen no solo en la actividad pesquera”, explica.

Aunque Catalina quisiera que más mujeres como ella participen en la pesca y en estos espacios de toma de decisión, sabe que para alcanzar eso también es indispensable que tengan un mejor acceso a la educación. “Gracias a la educación he salido adelante en esta sociedad machista, porque todo a mi alrededor es machista. La educación me ha abierto puertas. Tomo mis propias decisiones y no dependo de nadie”, cuenta ella.

Para lograr un efectivo manejo sostenible de esta zona donde crecen y se reproducen el 80% de los moluscos que Perú exporta a otros países, tanto hombres y mujeres deben tener una voz en estos espacios de toma de decisiones. Para eso, el Ministerio del Ambiente, el Gobierno Regional de Piura y el PNUD, a través de la Iniciativa Pesquerías Costeras, apoyan a mujeres y hombres que se dedican a la pesca y a la extracción articulando tanto la conservación con la producción de la biodiversidad que existe en este invaluable ecosistema, desde un enfoque de igualdad de género.

Además de representar a las asociaciones pesqueras, Catalina es gerente de una planta de procesamiento primario de conchas de abanico que fundó junto a su padre y su hermano. Considerada una excelente jefa, Catalina disfruta escuchar a las 80 mujeres que trabajan en esta planta. “Me gusta escucharlas, conocer cuáles son sus miedos, sus necesidades y qué opinan. Siempre digo que todos somos una cadena y la cadena no se puede romper, todos necesitamos los unos de los otros. Necesito de ellas tanto como ellas necesitan de mí”, admite ella.

De padre pescador, la pasión de Catalina por el mar está en sus orígenes. En ese mar que vincula a 56 millones de mujeres en todo el mundo, pero cuyas voces muchas veces no son escuchadas, Catalina es una ola que inspira a transformaciones para otras mujeres. Una inspiración que deja en claro que en el mar también se puede vivir con igualdad.