Cada lengua construye un mundo

Día Internacional de la Lengua Materna 2020

20 de Febrero de 2020

Foto: Jasmin Ramirez / PNUD Perú / PPD / GEF // Diseño: Sol Morón / PNUD Perú

Cada lengua construye un mundo. Para sus hablantes, es la primera piedra de la identidad cultural, es la base sobre la que se apoya la tradición oral, la que recuerda y comparte la historia de un pueblo. A través de la lengua, las personas construyen su expresión y sentido de pertenencia a un grupo; se conocen, se identifican, se conectan y desarrollan.

En el Perú existen 55 pueblos indígenas, entre estos, se hablan 47 lenguas distintas. En el 2017, se incluyó por primera vez la pregunta de auto-identificación étnica en un censo nacional. En total 6 millones de personas se auto-identificaron como pertenecientes a un pueblo indígena, 4 millones 300 mil personas declararon una lengua materna que no es el español.

De las 47 lenguas que hay en el país, 44 vienen de la Amazonía, una de las regiones más relegadas históricamente en cuanto a desarrollo. Si bien hemos logrado conquistar las alturas de los Andes y trabajamos por el desarrollo con la población de la zona altoandina, la selva continúa representando un desafío por la dificultad del terreno. Si a estas dificultades geográficas agregamos las diferencias culturales, la pluralidad de pueblos, lenguas y culturas, la brecha se sigue haciendo cada vez más profunda.  

En consecuencia, los distritos con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más bajo de todo el país se encuentran consistentemente en la Amazonía. 

Para empezar a cerrar esta brecha es importante que revaloricemos las diferencias culturales; que las lenguas indígenas, por ejemplo, dejen de ser discriminadas. Si bien los peruanos y peruanas identifican que las lenguas indígenas son expresión de diversidad cultural, uno de los principales motivos por los cuales han declarado sentir discriminación es la forma de hablar. 

El reconocimiento y respeto de las diferencias culturales, es uno de los pilares de la construcción de una sociedad democrática. Reconocer las lenguas indígenas como un hecho de valor implica que hay que tomar un enfoque intercultural cuando realizamos intervenciones de desarrollo, cuando hay presencia del Estado e incluso cuando nos relacionamos con otras personas. Que las personas puedan acceder a servicios básicos y educación en su propia lengua es fundamental para asegurar sus derechos. 

El enfoque intercultural implica, también, reconocer los conocimientos y prácticas de los pueblos indígenas como una extensión de la lengua, su cultura y cosmovisión. Incluido, el aporte que esta diversidad pueda significar para enfrentar los desafíos complejos del desarrollo.

Como un ejemplo de eso, en el 2017, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Estado peruano y las federaciones indígenas[1] emprendieron la misión de elaborar un Estudio Técnico Independiente (ETI) que desarrolle recomendaciones para la remediación de los territorios afectados por más de 40 años de actividad petrolera en el ex Lote 1AB en Loreto, al norte de la Amazonía peruana. 

Las federaciones indígenas jugaron un rol clave en el desarrollo del estudio. Los monitores ambientales, vigilantes de la Amazonía, como se llaman ellos, pudieron complementar con información de primera mano las investigaciones que los especialistas internacionales realizaron. La población, como depositaria de la historia del territorio, aportó desde sus conocimientos y prácticas tradicionales para que el estudio fuera mucho más completo y contemple diversos puntos de vista, así, las recomendaciones de remediación pudieran beneficiar a todas las personas involucradas. 

“Creo que nuestros informes, nuestras fotos, la evidencia que encontramos, ha sido valiosa porque me doy cuenta que por medio de eso ahora se ve la presencia de varias instituciones que vienen aquí. Hasta ha llegado Naciones Unidas que nunca pensamos conocerles. Están acá y estamos conversando todos”, dice Marcial Sánchez, monitor ambiental de la comunidad Nuevo Andoas en la cuenca del río Pastaza, Loreto.

El respeto a la diversidad cultural logró construir entre PNUD, Estado y las federaciones una relación de confianza que facilitó el desarrollo del estudio en todos los territorios por donde pasó la investigación. Los comuneros y comuneras vieron sus saberes recogidos y valorados por una investigación científica; reivindicados en un espacio en el que tradicionalmente se les discrimina. 

“Eso es la interculturalidad, tiene que ver con respetar la institucionalidad, su lengua, sus saberes sobre la tierra, las cuencas, el impacto que la contaminación tiene no solo en sus vidas sino en el agua, las plantas, los animales. Tiene que ver con valorar e incorporar esos saberes en los estudios y en las investigaciones que se hacen para llenar vacíos de información respecto del sistema amazónico” dice Doris Huando, especialista en metodologías educativas y sociedad civil del PNUD, quien participó del proceso del ETI del ex Lote 1AB.

A partir de la elaboración de este estudio, y la confianza construida con las federaciones en el proceso, el Estado ha encargado a PNUD la elaboración de un ETI del Lote 8 en el 2020.

Experiencias como la del ETI sirven para demostrar que el enfoque intercultural es valioso para realizar un trabajo conjunto entre diversos actores y empezar a cerrar las brechas profundas de desigualdad en el país. Es fundamental promover la participación de pueblos indígenas en espacios de toma de decisiones; cuando todas las voces son escuchadas y respetadas la democracia se enriquece.

Cada lengua construye un mundo, y en un país donde se hablan 47 lenguas distintas, todos esos mundos se deben considerar. Así, podemos garantizar que nadie se quede atrás.

[1] Federación Indígena Quechua del Pastaza (FEDIQUEP), Federación de Comunidades Nativas de la Cuenca del Corrientes (FECONACOR), Organización de Pueblos Indígenas Kichwas, Amazónicos Fronterizos del Perú y Ecuador (OPIKAFPE) y Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación de San Pablo de Tipishca (ACODECOSPAT).